Si eres una persona «bio», es decir, eliges alimentos, cosméticos o productos de limpieza sin aditivos artificiales, y usas terapias naturales como la acupuntura para cuidar de tu salud, no hace falta que te convenza de los beneficios de este estilo de vida. Te resultará lógico aplicar el mismo método para cuidar del bienestar de los animales.
Por Esther García Pérez (Herbolario sol de invierno)
Afortunadamente, poco a poco se va ampliando la oferta de productos que permiten hacerlo de una forma sencilla. Me refiero a alimentos para animales elaborados con ingredientes de calidad, procedentes de cultivos y ganaderías ecológicas; a la fitoterapia, productos herbales y suplementos nutricionales (minerales, vitaminas…), específica para animales; a champús y antiparasitarios elaborados sin ingredientes químicos, etc.
A la hora de cuidar de la salud de nuestros perros, no se trata de inventar la rueda. Prevenir es fundamental, y para eso cuidar la alimentación es imprescindible. Aunque es de sobra conocida por todos, cabe recordar la famosa frase de Hipócrates: «Que tu alimento sea tu medicina». Y es que son muchos los problemas de salud, como alergias e intolerancias, insuficiencias renales o hepáticas, trastornos de comportamiento, etc., causados esencialmente por una alimentación inadecuada. El pienso y la comida húmeda de calidad, con ingredientes equilibrados y certificación ecológica o con las garantías suficientes que aseguren la ausencia de aditivos artificiales, o la Dieta de Alimentos Crudos Biológicamente Apropiados (ACBA) son, sin duda, las mejores opciones para garantizar a nuestros animales una alimentación saludable. Además, si esta comida incluye determinadas plantas medicinales o frutos, puede mejorar el estado de salud de animales sénior, o de aquellos que sufren dolencias como intestino irritable, flatulencias, alergias… e incluso trastornos de comportamiento.
Beneficios de lo natural
Por resumir los beneficios de una alimentación sin aditivos artificiales, mencionaré la reducción de las enfermedades de la piel y de las alergias, la disminución de trastornos digestivos y el fortalecimiento del sistema inmunitario. Eso sí, no hay que dejarse guiar solo por el adjetivo «natural», ya que en el terreno de la nutrición para animales, como ocurre en el de la humana, con frecuencia se utiliza solamente como un reclamo publicitario. Hay que leer bien las etiquetas para averiguar sus ingredientes y su procedencia, así como prestar atención a las certificaciones ecológicas.
En cuanto a la fitoterapia, es decir, el uso de ciertas plantas con propiedades beneficiosas para la prevención o el tratamiento de numerosas dolencias, existen opciones formuladas específicamente para perros, gatos, caballos y roedores. Igual que en los herbolarios convencionales, con productos para humanos, la fitoterapia para animales se basa en preparados elaborados a base de plantas, frutos, vitaminas, minerales, oligoelementos, etc. que, salvo en contadas ocasiones, no presentan ninguna contraindicación y logran, según el caso, prevenir, aliviar o eliminar dolencias. Los formatos son idénticos a los de uso humano: comprimidos, cápsulas, polvos y extractos líquidos. No se trata de medicinas sintetizadas químicamente, que, por supuesto, son necesarias en muchas ocasiones, pero a las que a menudo se recurre de forma automática, sin sopesar suficiente los graves efectos secundarios que conllevan, ni valorar otras opciones. Con frecuencia estas actúan beneficiosamente sobre un órgano pero afectan a otro, sobre todo, al hígado y al intestino.
La naturaleza auxilia a seres humanos y a animales con regalos como el aloe vera, la equinácea, el aceite del árbol del té, la miel de manuka, la lavanda, el germen de trigo, el harpagofito, la cola de caballo, el diente de león, el boldo, la ortiga verde, la cúrcuma, la granada, etc. ¡Aprovechémoslo!
Además, es fundamental afrontar la enfermedad, tanto humana como animal, de una forma holística e integral, es decir, teniendo no solo en cuenta los síntomas físicos, sino también los emocionales. Lo importante no es únicamente curar el síntoma, sino encontrar la causa para aplicar el tratamiento adecuado y, si es posible, definitivo. Así, por ejemplo, la medicina tradicional china define la enfermedad como un desequilibrio energético que no solo afecta al órgano que se muestra dañado, sino que influye a otras partes del organismo. Así pues, hay que tener muy en cuenta la influencia de las emociones en las enfermedades, y en el caso de los animales de compañía, también cómo les afecta nuestro estado emocional. En muchos casos, los problemas de comportamiento o los conflictos emocionales de los «dueños» son la causa de trastornos como los miedos o la reactividad.
Teniendo en cuenta todo esto, no cabe duda de los beneficios del uso de diversas terapias naturales que ya se aplican desde hace años, décadas e incluso siglos, en las personas, y que ahora, lenta pero progresivamente, incorporan veterinarios y terapeutas especializados en los tratamientos para animales. Es el caso de la acupuntura, la terapia floral (las flores de Bach, entre otros sistemas florales), la oligoterapia, la osteopatía craneosacral, el reiki o la zoofarmacognosis (enfoque que promueve que sea el propio animal el que escoja lo que le sana: aceites vegetales, esenciales, algas, etc.).
En definitiva, hay que abogar por un enfoque holístico e integral, que analice tanto los síntomas físicos de una enfermedad como el estado emocional, la alimentación y el estilo de vida del perro.
¿Oligoelementos para animales?
Los oligoelementos catalíticos son metales o metaloides presentes en el organismo en cantidades muy pequeñas: manganeso, selenio, zinc, cobre, cromo… Sin embargo, juegan un papel vital porque son cofactores enzimáticos que favorecen el equilibrio del metabolismo. Son catalizadores de las enzimas, es decir, aceleran las reacciones químicas en las células sin dañarlas. Una alimentación inadecuada, con subproductos cárnicos, cultivos transgénicos y aditivos artificiales, o factores que dificultan la asimilación de los nutrientes, como el estrés o los parásitos internos, provocan un déficit de oligoelemento. Esta insuficiencia produce a su vez un desequilibrio en el estado de salud y la aparición de enfermedades funcionales: el organismo sigue «funcionando», pero no a pleno rendimiento. Aparecen síntomas de desequilibrio, de dolencia, pero las pruebas médicas convencionales no señalan un mal funcionamiento de los órganos. Además, se suelen manifestar varias molestias a la vez.
En el caso de los animales, algunas señales podrían ser que un perro que siempre come en su comedero comience a llevarse la comida a otro lugar, o que uno que acostumbra a dormir en un determinado lugar prefiera irse a otro lado de la casa; que empiecen a producirse cambios de comportamiento repentinos y sin causa aparente; que surjan alergias de un día para otro, etc.
Para determinar si esa mala salud se debe a la falta de oligoelementos se requiere un análisis de factores frónicos (pH, Rh2 y resistividad). Sin embargo, estas pruebas, que miden las condiciones electromagnéticas de las células, son costosas y a veces no resultan realmente necesarias; basta con observar atentamente el comportamiento y los síntomas del animal y efectuar algunas pruebas veterinarias convencionales, como análisis de sangre y orina, a modo de comprobación, para encuadrarle en uno de los cinco denominados «terrenos». Estos son modelos de reacción frente a agresiones externas y, en definitiva, a las enfermedades.
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