El juego o las actividades lúdicas no disponen de espacio ni de tiempo en la sociedad en la que vivimos. Tenemos muchas tareas que hacer y vamos corriendo a todos lados. Por ello, utilizamos los juguetes solo para que nuestro perro se entretenga un rato.
Por Lorena Díez Pereira
Como etóloga he escuchado muchas veces: «Si tiene toda la casa llena de juguetes y no les hace caso». El disponer de muchos juguetes no es sinónimo de realizar una conducta lúdica satisfactoria para nuestro amigo. Normalmente, los perros con muchos juguetes dispersos por la casa acaban rompiéndolos sin ser conscientes de lo que hacen. La conducta que estamos fomentando en ellos entonces es destructiva.
Con este artículo vamos a profundizar en todos los aspectos del juego, los beneficios que este aporta, así como qué tipos de juego y de juguetes atraen a nuestros perros.
El comportamiento lúdico aparece en edades muy tempranas. Los cachorros de perro, con veinte días, comienzan a juguetear entre ellos. Estas primeras sesiones de juego les enseñan a comunicarse y a desarrollar el lenguaje canino. Un cachorro aprende a tener un comportamiento socialmente correcto a través del juego. También desarrolla la conducta de la caza jugando. Esto significa que todo lo que debe saber un perro para sobrevivir en una manada lo aprende en sus primeras fases de vida, gracias al juego.
El juego es importante en el desarrollo del perro, ya que el realizar una actividad lúdica estimula la circulación sanguínea, mejora el equilibrio, la flexibilidad y favorece el desarrollo del aparato locomotor. Durante el juego, se liberan endorfinas, neurotransmisores y hormonas beneficiosas para el cerebro y el sistema inmune; por lo tanto, el juego también es necesario en los adultos. Debemos jugar con nuestros perros durante toda su vida.
Sobre la base de esta premisa, veterinarios expertos en conducta canina sugirieron que se podía usar la excitación emocional, inmediatamente después de una sesión de entrenamiento, para ayudar a fijar lo aprendido, es decir, potenciar la memoria. ¿Cómo conseguirlo? Pues muy sencillo, a través del juego. La actividad lúdica genera una situación emocionalmente excitante.
Tras un estudio llevado a cabo con dieciséis perros, la investigación deja un mensaje claro: añadir simplemente una sesión de actividad lúdica tras un entrenamiento puede contribuir significativamente a la efectividad y el rendimiento de un perro que está aprendiendo nuevas habilidades.
Los comportamientos lúdicos que puede desarrollar un perro son muy variados, pero se categorizan en dos tipos de juego:
El juego social. Está conformado por las actividades lúdicas que se establecen entre un perro y otro, un animal distinto y, por supuesto, con un humano. El juego social implica llevar a cabo interacciones positivas como lo son la recompensa al juego y el establecer un código de comunicación que permita proseguir el juego o finalizarlo.
Jugar ayuda a crear un vínculo y a construir una relación positiva entre el perro y su propietario. La función del vínculo es afianzar la confianza, mejorar la obediencia y construir un apego sano para prevenir problemas de conducta como la ansiedad por separación.
Gracias al juego, aprenden más y mejor. A través del juego, mejoramos la conexión emocional, consiguiendo un vínculo adecuado. Es una herramienta valiosa que ha de canalizarse de manera adecuada para que aporte beneficios en la vida de nuestro perro. En exceso y mal gestionado, puede potenciar conductas inadecuadas; por ello, nunca debemos fomentar las conductas excitables ni convertir a nuestro perro en un «loco de la pelota».
Os hemos dado algunas claves para que comencéis a divertiros con vuestro amigo. No es una prioridad jugar todos los días con él, pero sí el que vuestro perro pueda desarrollar diariamente una actividad lúdica; ya sea bien solo, bien con otro perro o con vosotros.
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