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El vínculo entre los niños y los perros

El vínculo se define como una interacción afectiva especial y duradera con un individuo único, no intercambiable con otro. Esta interacción muestra dos características: primero mantener la proximidad con otro animal y restaurarla cuando ha sido interrumpida, y segundo, la especificidad del otro individuo, que supone su reconocimiento.

El vínculo humano-animal es una relación mutuamente beneficiosa y dinámica entre las personas y los animales, que se ve influenciada por los comportamientos que son esenciales para la salud y el bienestar de ambos. Los beneficios terapéuticos y de salud que se obtienen al establecer un vínculo con una mascota están ampliamente documentados. Alivian la soledad, reducen el estrés, fomentan los hábitos saludables a través del ejercicio y juego, promueven la interacción social y son fuente de afecto. El cuidar de una mascota puede ayudar a vivir más años. Si bien sabemos que este vínculo podemos establecerlo con cualquier animal: gato, pez, cobaya, caballo…,es el perro con quien establecemos relaciones afectivas más intensas. En los perros se ha observado que poseen la capacidad de establecer un fuerte vínculo afectivo con el hombre; similar o, en ocasiones, mayor que con sus coespecíficos.

 

Esto es debido a que el perro fue el primer animal domesticado por el hombre hace ya 14.000 años. La interacción y coordinación con los humanos a lo largo de la historia han otorgado al perro la capacidad de entender el lenguaje humano como ninguna otra mascota puede hacerlo.

Los primeros indicios de este vínculo se descubren en 1976, al encontrar un esqueleto humano de aproximadamente 12 mil años y, con él, el esqueleto de un cachorro, lo cual hizo pensar que entre éstos existía una relación afectiva y no alimenticia (Davis &Valle, 1978).

Los niños que establecen un vínculo afectivo con un perro obtienen beneficios cognitivos, físicos y psicológicos de esta interacción. Este vínculo tiene que generarse bajo unas premisas de respeto, por ello es importante educar a ambas partes para que se comporten adecuadamente entre sí.

 

En los inicios de esta relación, siempre hay que supervisar y dirigir los comportamientos entre el niño y el perro, con el fin de generar un vínculo afectivo sano. De forma natural dicho vínculo se convierte en la base de una estrecha relación, que aportará numerosas experiencias enriquecedoras en la vida del niño. Los niños que crecen con mascotas no sólo tienen menos riesgo de alergias y asma, sino que también aprenden valores tales como ser responsables, la compasión y la empatía. A diferencia de los padres, los perros no son críticos y no dan órdenes. Ellos siempre son cariñosos y su mera presencia en el hogar puede ayudar a proporcionar una sensación de seguridad en los niños. Tener siempre presente a un perro o, a un gato, por ejemplo, puede ayudar a aliviar la ansiedad de separación en los niños cuando sus padres no están cerca.

 

La interacción lúdica con un perro es una fuente de calma y relajación, así como también una fuente de estimulación para el cerebro y el cuerpo. El jugar con una mascota puede ser incluso una puerta para el aprendizaje de un niño. Puede estimular la imaginación y la curiosidad. El entrenar a un perro para llevar a cabo un comando genera seguridad y eleva la autoestima del niño. Por ejemplo, enseñar al perro un nuevo truco puede mostrar a los niños la importancia de la perseverancia. El tiempo que un niño pasa junto a un amigo de cuatro patas le aporta una inmensa alegría.

 

Es fundamental tener claro que tener un perro no es para todos, y que los perros no son la cura milagrosa para ningún mal. La tenencia de una mascota va a proporcionar beneficios terapéuticos y mejorar la vida de aquellas personas que aman y aprecian a los perros y los adquieren con conocimiento y responsabilidad. Pero hay personas que no pueden adquirir esa responsabilidad o que por su estilo de vida no es práctico que convivan con una mascota. Las mascotas llevan consigo inconvenientes que hay que valorar y tener muy en cuenta antes de decidir si queremos que formen parte de nuestra vida.

Por Lorena Díez Pereira (directora de Etocanes).

Veterinaria especializada en Etología clínica y conducta animal. Instructora y examinadora de los perritos de lectura. Forma Equipo READ con Áfri, su perrita labrador adiestrada para leer con niños, con la que colabora en Perros y Letras - READ España

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