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El galgo en el antiguo Egipto, un perro de la realeza.
España es uno de los países que se encuentran a la cabeza en cuanto abandono animal y uno de los más perjudicados es el galgo. Raza denigrada hoy en día, miles de personas se dedican en cuerpo y alma a demostrar los beneficios de esta raza y a buscarles una familia adoptiva. Hace miles de años fue un perro reservado únicamente a la élite social y se merece que conozcamos su historia.
Por Ester Martínez Jurado, perrosconhistoria.com
Probablemente el pariente más cercano del lebrel se remonte a una raza de perro procedente de los pueblos nómadas del Oriente Próximo; escogidos por sus valiosas y grandes características, las primeras representaciones pictóricas que tenemos son del templo de la ciudad de Çatal Huyuk (Turquía, 6000 a.C) y un vaso funerario procedente de Irak (Susa, 4000 a.C). Pero no será hasta época egipcia cuando el lebrel aumente su estatus hasta ser la representación gráfica de varios dioses como Anubis, Seth o Upuaut.
Éstos únicamente eran reservados para la alta jerarquía y fue la raza de perro predominante entre los faraones. Muchos de ellos, como por ejemplo Antefaa II, Tutmosis III o el mismísimo Tutankamón, se enterraron junto a sus galgos. Era tan alta su estima, que el nacimiento de un lebrel era lo más celebrado tras el nacimiento de un hijo.
Los lebreles favoritos vivían en casa junto a su familia humana y los demás, cientos de ellos, vivían en confortables cheniles vigilados por personal de confianza. Estos cuidadores disfrutaban de una posición privilegiada dentro de la sociedad.
Eran muy apreciados por los hijos de los faraones y en sus salidas a través del Nilo eran transportados en sus barcazas y cuando viajaban a través del desierto iban a lomos de los camellos.
Estaban protegidos legalmente contra la persona que los quisiera asesinar y quien lo hiciera o lo intentara era condenado a muerte.
Los galgos estaban destinados a ser asistentes en las cacerías, en las guerras y como guardianes en los templos; nunca fueron perros pastores y tampoco se comerciaba con ellos. Al contrario, siempre eran entregados como un honorable presente cuando iban a visitar países extranjeros.
Como sabemos, uno de los aspectos más importantes de la cultura egipcia antigua es la muerte y su mayor representación era la momificación. Los perros también ocupaban un lugar importante dentro de este engranaje; es más, una partida presupuestaria del erario público era destinada para financiar funerales y cementerios. No es raro encontrarlos momificados, no solamente a esta raza, sino a muchos más canes e incluso se ha descubierto una gran necrópolis en Saqqara con miles de momias sacrificadas como exvotos en honor al dios Anubis.
Los perros mestizos eran inhumados en cementerios especiales, pero los galgos eran enterrados junto a sus familias humanas y podemos admirar muchas imágenes en las tumbas de sus dueños.
El perro ha sido desde antaño un animal considerado como guiador de almas, pero los lebreles fueron escogidos por los faraones no solamente por ello, sino porque es una raza de una elegancia suprema y su compañía ofrecía a la realeza un aura de grandeza. Devolvámosles ese estatus.
Abanico hallado en la tumba de Tutankamón donde se puede observar uno de sus galgos.
Vaso funerario de la ciudad de Susa, Irak.